El año pasado y luego de un largo trámite que duró más de 18 años, desde que llegó de su natal Ecuador a la Gran Manzana, José tuvo uno de los días más felices de toda su vida, tras juramentar como ciudadano estadounidense, en una emotiva ceremonia en Brooklyn.

El padre de familia, quien ingresó al país con una visa de turista en 2005 y se quedó más allá del tiempo permitido antes de casarse con una “americana”, con quien tiene dos hijos, asegura que atravesó por “un espinoso proceso” para convertirse en residente permanente y finalmente naturalizarse. Y aunque justo por esta misma fecha en 2024 estaba que no cabía de la felicidad al recibir su “diploma” de ciudadano, ahora se confiesa “lleno de miedo”. Teme que la administración federal le quite su ciudadanía.

Aunque el neoyorquino tiene claro que ha llevado una vida tranquila en Estados Unidos y ha respetado la ley, el reciente anuncio del gobierno Trump que busca revocar la ciudadanía estadounidense a extranjeros que hayan cometido ciertos delitos, según un memorando del Departamento de Justicia (DOJ) emitido el 11 de junio, le genera angustia. No debe nada pero la sensación es extraña.

Yo soy ciudadano y mi proceso fue totalmente legítimo, pero me siento raro. Me preocupa mucho todo esto, porque cuando este gobierno dice que va a anular ciudadanías si descubre ‘delitos ocultos’, fácilmente puede terminar incluyendo cualquier falta menor, como hemos visto que ha pasado con residentes a los que han arrestado, como cosas tan simples como violaciones de tránsito, para empezarnos procesos”, comenta el ciudadano naturalizado.

Yo he tenido multas por velocidad, una vez me multaron por problemas con las basuras y antes de hacerme residente, me quedé aquí varios años sin estatus y admití que trabajé sin papeles. Me angustia que ahora me puedan salir con que esas faltas sean consideradas delitos y me quiten mi ciudadanía”, agrega el neoyorquino, quien por temor no revela su apellido ni su edad. “Por eso hasta cancelé mis planes de viaje este verano. Por primera vez me siento como un ciudadano de papel. Es una sensación muy fea”.

María López, originaria de República Dominicana, quien es residente permanente hace más de 10 años, y quien dice que “nunca vio necesario” naturalizarse, presentó su solicitud para obtener la ciudadanía hace apenas dos meses, motivada “por todos los casos que otros residentes a nivel nacional están enfrentando”. Sin embargo, aunque decidió dar el paso a la naturalización, ahora confiesa que no sabe “si fue una buena o mala decisión”, debido al mayor escrutinio que la administración Trump busca hacer con ciudadanos

Share.
Exit mobile version