En el despertar de este miércoles 1 de octubre, el intenso pulso de la Gran Manzana, en la mayoría de sus actividades, seguía aparentemente su ritmo, luego que el gobierno de Estados Unidos cerró oficialmente a la medianoche, después de que el Congreso y la Casa Blanca, no lograran un acuerdo sobre cómo extender la financiación federal.

Avanzadas las horas, las proyecciones sobre el funcionamiento de servicios vitales, vinculados con la burocracia federal, y del cual dependen los neoyorquinos más vulnerables, rozaban la incertidumbre y escenarios apocalípticos.

En el complejo entramado de servicios neoyorquinos, bajo el ala de agencias gubernamentales de la Casa Blanca, algunos usuarios ya recibieron señales claras indicando que, al menos durante las próximas horas, la operatividad no alcanzaría el 100%.

Por ejemplo, las líneas telefónicas locales de la Administración del Seguro Social (SSA) advertían, a través de sus contestadoras automáticas, que “durante el cierre del gobierno, las oficinas locales operan exclusivamente para ciertos servicios”. Se precisaba que algunos trámites, solo podían garantizarse a través de la página web.

Muy temprano, desde el Bajo Manhattan, la gobernadora Kathy Hochul,acompañada de decenas de líderes electos demócratas, sindicalistas y activistas comunitarios, perfilaba escenarios terribles para los neoyorquinos más pobres, teniendo como fondo la isla, en donde reposa la Estatua de la Libertad. Un parque nacional, cuyo acceso también está interrumpido, para el acceso de visitantes.

“El cierre republicano, tendrá efectos devastadores para los trabajadores, las pequeñas empresas y las familias de todo nuestro estado. Los republicanos de Washington deben hacer su trabajo, defender a las personas a las que sirven. Y sentarse a la mesa, para poner fin a este cierre”, demandó la mandataria.

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